martes, 27 de noviembre de 2007

Tú, Claudio

- Venimos a matarte
- ¿Aqui delante de mi madre?
- Aqui y ahora

Clavó la espada entre el cuello y el hombro de Mesalina, que murio de inmediato en brazos de su madre. Tenia 23 años. El joven pretoriano Domicus habia cumplido su mision.

- Hemos cumplido la mision que ordenaste, Cesar.
- Siento una inmensa pena en el corazon. ¿Sabeis? Estos hongos son deliciosos.

Claudio habia terminado asi con la vida de su joven esposa. ¿El porqué? Esta se habia casado en secreto con el consul Cayo Silio, pretendiente del trono de Roma. Y ni tan siquiera habia sido capaz de ocultarlo.

Todo buen legionario conocia la fama de Mesalina en los lupanares de los barrios bajos de la ciudad eterna. Corria de boca en boca la hazaña de que se habia acostado con 25 soldados en una sola noche, ganando asi una apuesta al resto de prostitutas.

Ambos conspiraban por arrebatarle el poder que tanto le habia costado conseguir. A pesar de su cojera, sus taras, su asqueroso aspecto y el repudio de su propia familia. El destino (o mas bien la casualidad) le habia reservado un hueco en el olimpo romano.

Primero su tio Caligula, haciendole senador junto a su caballo, y mas tarde los pretorianos golpistas que tras matar a este, le salvaron la vida y le alzaron al trono por la modica cantidad de 15.000 sestercios.

Y ahora nada ni nadie iba a sacarlo de ese lugar. El, que habia conquistado la inhospita Britania. ademas de las fronterizas Tracia, Norico, Iliria, Mauritania, Panfilia, Licia y Judea.
El, que habia resuelto la hambruna de su pueblo. El, que habia construido mas kilometros de acueductos que cualquiera de sus antecesores. El, que habia calmado la sed de poder republicana renunciando al titulo de imperator. Nadie, y menos una mujer, iba a cambiar el destino de Roma. Su destino.

Y es ahora, delante de nuevo de un plato de hongos servido por su tercera esposa Agripina, sobrina de Caligula y madre de Neron, cuando se da cuenta que la profecia esta a punto de cumplirse.

En el año 42 d.C, durante la campaña en Britania al mando de cuatro legiones, uno de los druidas prisioneros le llamo. El, curioso de aquella gente, se acerco. El prisionero puso los ojos en blanco y comenzo a hablar en lenguas extrañas. Claudio llamo a Livio, su fiel traductor. Pero para sorpresa de ambos aquel hombre esqueletico y de barba blaca comenzo a hablar en latin:

-Mata a tus mujeres antes de que ellas te maten a ti. El futuro de Roma esta en sus manos.

El viejo se desplomo en su jaula.

Ahora, mientras masticaba las sabrosas amanitas que Jenofonte habia traido directamente de la Galia, es cuando supo que debio haber hecho caso a aquel druida llamado The revived, algo asi como El resucitado.

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